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PIDEN QUESO, LE DAN HUESO

Como en la tradicional canción que cantábamos cuando niños, en el CGE parece que es lo que merecen algunos reclamos docentes. «Piden pan, no le dan, piden queso, le dan hueso y le cortan el pescuezo». Eso es lo que pretenden hacer con una delegada escolar del SEMAB-CEA en Garupá. En su carácter de delegada gremial, una maestra denunció acoso laboral en la escuela 930. Lejos de escuchar y resolver los reclamos, sin lugar a la defensa y violando normas internacionales, iniciaron sumario a la denunciante. Y no sólo eso. La separaron del cargo de maestra, y la trasladaron a la escuela 53 de Posadas, a 19 kilómetros de su casa y de la escuela donde da clases.

El sindicato que conduce Mariana Lescaffette presentó el recurso correspondiente ante semejante arbitrariedad. Es que de continuar con esta disposición, se están violentando todos los derechos de la docente y delegada gremial Mirian Susana Fernández. Y lo que es peor, se está dando un mensaje disciplinador a toda la docencia: al que se atreva a denunciar lo castigamos con el traslado.

Esto va en contra de toda la normativa nacional e internacional que protege los derechos de los trabajadores. Especialmente a lo que determina la OIT en el Convenio 109 que establece las condiciones en que deben desarrollar sus tareas los trabajadores: libre de violencia.

Castigo para el que reclama

La directora de la escuela 930 de Garupá Gadis Luisa Scheer no escuchó los reclamos en ese sentido. Se los había hecho llegar la delegada en nombre de sus representados: los colegas de la escuela. Incluso acompañaron denuncia de otra maestra a la policía local ante la inacción de la directora.

Tampoco escuchó los reclamos la directora de Educación Primaria del CGE, Dora Selva Gallardo. Lejos de eso, tomó represalias contra la docente denunciante, iniciando un sumario con separación de cargo y traslado a otra escuela.

Si bien tanto los padres como el sindicato hicieron las presentaciones correspondientes, la situación no se revirtió. Es más, los alumnos del grado de la docente todavía no tienen maestra suplente.

La 930 es un polvorín

Si para muestra sobra un botón, la denuncia policial de la madre de un chico autista es más que suficiente prueba de lo que sucede en la 930. La violencia ejercida contra un niño autista de 7 años, alumno de primer grado, a la salida de la escuela, no tiene calificativos.

La madre es portera en uso de licencia. Según denunció en la Comisaría de la Mujer, a la salida de la escuela, a viva voz, delante del niño y de otros padres y madres, la directora la acusó de «mala madre». Como prueba señaló que el niño «todavía usa pañales». Y detalló que pediría informes al NENI al que concurrió el niño para que avalen sus dichos.

El niño es autista, condición que está suficientemente acreditada en el propio establecimiento escolar. La madre explicó con detalles al presidente del Consejo General de Educación las situaciones de violencia que sufrió en varias oportunidades. Le explicó a Alberto Galarza en reunión de padres que el niño, a raíz de esos malos tratos, le tiene terror a la directora. Y que la docente desplazada solía calmar sus crisis con un abrazo.

El origen del mal

Según lo que se pudo saber, y se lo explicaron las madres en la reunión al presidente del CGE, todo comenzó con las denuncias por los desmanejos de la directora. Falta de transparencia en el manejo de los fondos, entrega de alimentos en mal estado y eliminación de la merienda ante los reclamos son algunas de las irregularidades.

Además, violencia laboral contra algunos docentes, lo que le valió el desplazamiento a la delegada gremial que la denunció.

Ante todo esto, la respuesta institucional fue que hay procedimientos, que no se puede tomar una decisión por la denuncia de unas cuantas madres, y que iniciarán un sumario administrativo.

Por todo esto, no descartan «llamar a la prensa» y protestar de manera más activa en el establecimiento.