No son madres, son niñas obligadas a parir
ELDORADO (Textos y Fotos: Patricia López Espínola). La niña de 12 años, víctima de violación y embarazada de gemelos -actualmente con más de seis meses de gestación- no es un caso más de abuso infantil, de los que suceden con frecuencia en Misiones, sino también es víctima de un sistema del Estado que no logra su contención.
La criatura tenía 11 años cuando comenzó a convivir con un hombre adulto de 28 años, que trabajaba como tarefero (identificado como Richard C. en el expediente judicial y que está prófugo). Antes, cuando vivía con su madre también fue violentada por la pareja de ésta (Ariel R., de 40 años), tal como figura en la carátula del expediente judicial «Abuso sexual con acceso carnal», que se tramita en el Juzgado de Instrucción 1, a cargo de Roberto Saldaña, que investiga el caso.
En diciembre pasado, cuando la niña cursaba varios meses de embarazo, a una vecina del barrio le llamó la atención que conviviera con un adulto y realizó la denuncia a la Dirección de Acción Social del Municipio local. Intervino su responsable, Florencia Leiva, junto con su equipo de trabajo (una psicóloga, un trabajador social y una abogada) quien elevó la denuncia al Juzgado de Familia y al de Instrucción 1.
Ya con más de doce semanas de gestación, la niña fue internada en el Hospital del Samic de Eldorado y una semana después la derivaron al Hospital Materno Neonatal, de Posadas, junto a su hermana de 23 años que tenía la guarda por orden de la Justicia. La madre está denunciada en la causa por haber “entregado» a su hija al violador. Además, la nena declaró en cámara Gesell que la pareja de su madre también abusó de ella.
Sobre ambos hombres, los medios de comunicación hablan poco. En cambio sí pusieron el foco en revictimizar a la nena. Ramírez escapó hacia el monte misionero, y Casco se profugó a Formosa, mientras el Juzgado de Saldaña no parece abocado a buscarlos.
No existe consentimiento en una violación
La niña tuvo su primer control médico a las pocas semanas de gestación. Entonces, ni la funcionaria municipal de la Dirección de Acción Social ni los médicos del Hospital del Samic de Eldorado tuvieron en cuenta el protocolo para los casos de embarazo por violación, en los cuales la Ley establece que se debe cumplir con el derecho de la víctima a interrumpir el embarazo. También la Ley argentina prevé que para todo embarazo de niñas menores de 14 años, no existe el consentimiento y lo califica, en consecuencia, como un acto de violación.
Para saber qué actuaciones hubo al respecto, el Bloque de Diputados del Partido Agrario y Social de Misiones presentó un pedido de informes ante la Cámara de Diputados.
El Comité contra la Tortura de la Organización de Naciones Unidas (ONU), órgano de aplicación y el intérprete más autorizado de la Convención contra la Tortura de 1984, estipuló que los Estados que tienen una prohibición absoluta del aborto exponen a mujeres y niñas a la situación de ser humilladas y tratadas con crueldad.
En este caso, para la ONU, el embarazo de una chica de menos de 14 años es una violación -como lo estipula la ley- y permitir su avance es una forma de tortura.
El ginecólogo Halac, objetor de conciencia
Desde su ingreso al Hospital Materno Neonatal, la niña fue «reclutada» por el equipo de Salud Mental, dirigido por la psicóloga Quiroga, una mujer en edad de jubilarse y con posturas obsoletas.
Los médicos realizaron una operación orquestada por las denominadas «provida» (psicóloga, médicas, abogada y voceros de la Iglesia) para convencerla a la criatura que si «estaba enamorada, esos bebés eran fruto del amor».
Ni bien el Ministerio de Salud Pública tuvo conocimiento del caso, estaba previsto que la víctima se reuniera con el equipo del Programa Provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable, a cargo de la licenciada Norma Miño, para asesorarla, brindarle la información completa y necesaria sobre su estado, y que -acompañada de una persona adulta- pudiera decidir en consecuencia.
Pero la psicóloga del Hospital Materno Neonatal la interceptó, y ecografía en mano le mostró sus «bebitos», incentivando en la niña la fantasía romántica de la maternidad, que no se condice con su realidad psíquica ni emocional, como tampoco con su madurez física: la nena ni siquiera tiene desarrollada las glándulas mamarias, lo que le impediría el ejercicio de amamantar. Además, por su pequeña contextura y su edad, además de su entorno psicosocial, los médicos señalaron que su embarazo es de muy alto riesgo.
Una vez en el nosocomio, los médicos y la psicóloga «provida» impidieron -como si fueran una guardia pretoriana- que los responsables del Programa de Salud Sexual se acercaran a la criatura. Su hermana de 23 años, que la tenía a su cuidado, al principio no estuvo de acuerdo con la continuación del embarazo; pero después comenzó a dudar, asustada y hostigada tanto por profesionales de Salud como por desconocidos que la amenazaron por teléfono, exigiendo que sostenga el embarazo de la pequeña porque de lo contrario «ardería en el infierno», según relató.
«Esa fue una verdadera cruzada del horror donde la psicóloga y les médicos anti derechos no dejaban que nadie se acercara a la criatura, a la que también impidieron salir de la habitación del hospital», señaló una fuente del nosocomio que pidió la reserva de su identidad.
El Estado vulnera derechos
Mientras tanto, el ministro de Salud Pública, Walter Villalba, y el gerente asistencial del Hospital Materno Neonatal, David Halac, hablaron sobre la situación de la niña con los medios de comunicación, contrariando todas las normas de resguardar la privacidad de la víctima, violando su intimidad y vulnerando sus derechos.
El ginecólogo Halac es uno de los declarados médicos «objetores de conciencia», ya que públicamente se pronunció en contra del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (ILE).
Por lo tanto no sorprende que afirme en que «en ningún momento se habló de interrumpir el embarazo. Ella quiere tener a sus bebés. Nosotros simplemente la tenemos internada para control prenatal y en tratamiento, por su edad, y para hacerle todos los estudios”.
Siete horas esperando una ambulanciaHalac sostuvo ante los medios de comunicación que la niña «no recibirá el alta hasta el momento del parto, para darle el soporte médico que corresponde a un embarazo adolescente”.
Al tiempo que el médico pregonaba que un equipo multidisciplinario asistía a la nena de 12 años -a la que denominó «adolescente»-, desde la institución le otorgaron el alta médica- y la hicieron esperar siete horas por una ambulancia que nunca llegó, que la trasladaría a Eldorado.
Cansada de esperar, la hermana de la niña solicitó ayuda a una integrante del Colectivo de Acción Contra las Violencias de Géneros, quien se acercó al hospital y las llevó hasta Terminal de Ómnibus de Posadas, y tuvieron que regresar a Eldorado por sus propios medios. Mientras, las autoridades equiparan una violación con un embarazo deseado, ni siquiera pudieron garantizarle la vuelta a su localidad.
Mala praxis
Desde las organizaciones feministas, sociales y sindicales sostienen a través de un comunicado que el Estado (los Ministerios de Salud Publica -de quien depende el Hospital Materno Neonatal-, Desarrollo Social de la provincia; la Dirección de Acción Social y el Hospital del Samic de Eldorado), serían los responsables si a esta niña le sucediera algo porque el accionar se encuadra en la mala praxis.
Y se pregunta también por qué el sector activista que se pronuncia a favor de la vida no ayuda a solventar materialmente a la niña y a su familia, que carecen de recursos. “Por qué no gestionan una vivienda digna ahora que carga con una gestación gemelar de riesgo, y que la obligarán a parir mediante una cesárea, como ocurrió con otra niña en Tucumán”, cuestionan.
«Salud Pública debe garantizar la práctica del aborto no punible»
La consejera de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, Norma Chiapparrone, disertó en Posadas sobre «Justicia Penal con Perspectiva de Género». Consultada sobre este caso, la especialista puso el foco sobre el papel del Estado y la necesidad de darle la posibilidad, a una menor, de interrumpir el embarazo.
“Hay centros asistenciales de Salud pública, donde la institución es objetora de conciencia, y esto es una vulneración a los derechos de cualquier mujer o niña. La objeción de conciencia debe ser una conducta individual de un profesional, la institución tiene que garantizar que haya profesionales dispuestos a llevar adelante esta práctica. Cuando esto no sucede, y si estamos en el ámbito de lo público, hay una vulneración de derechos por parte del Estado y lo hace responsable por negar ese derecho”, sentenció la abogada.
Los riesgos del embarazo infantil forzado
Un informe del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem) de marzo del 2016, sobre las mal llamadas “niñas-madres”, el embarazo infantil es sumamente pernicioso a nivel personal y social, con importantes consecuencias negativas para la víctima y su entorno, en diferentes niveles de análisis.
“El riesgo de muerte materna para las menores de 15 años en países de bajos y medianos ingresos es el doble que el de las mujeres de más edad; y se enfrenta a mayores tasas de fístula obstétrica que sus compañeras de más edad”, señala el informe disponible en la web.
«Las consecuencias en la salud física tienen relación con el escaso desarrollo debido a la edad, ya que la niña aún está en edad de crecimiento. La placenta se nutrirá de la madre, que en realidad es una niña.
Eso significa que el feto en desarrollo absorberá calcio y otros nutrientes de una niña que todavía los necesita para sí misma. Asimismo, el embarazo incrementará la presión sobre el sistema cardiovascular”, explican desde el Cladem.
«El mayor peligro, sin embargo, es el piso pélvico. Las niñas sometidas a un parto natural pueden tener trabajo de parto durante varios días. La pelvis no crece por completo hasta más avanzada la adolescencia, lo que significa que las jóvenes pueden no ser capaces de empujar al bebé a través del canal de parto.
Otras consecuencias son anemia, nauseas, vómitos, infecciones urinarias o vaginales, así como complicaciones más severas, entre ellas la ruptura de membranas y parto prematuro”, advierten.
Por otra parte, señalan que “en relación a la salud mental, una proporción importante de niñas y adolescentes que dieron a luz informaron síntomas de depresión, ansiedad y, en particular las que fueron atacadas sexualmente, de estrés post-traumático», especifica el trabajo publicado por el Cladem.
Ahora, otra hermana se hizo cargo de la niña
En la actualidad, la niña de 12 años está al cuidado de Gladis, su hermana de 30 años, que también vive en Eldorado, porque la joven de 23, que tiene un hijo pequeño y la acompañó en el hospital, carece de recursos económicos para sostenerla.
El lazo sanguíneo que une a Gladis con la niña gestante, es por parte del padre que murió hace alrededor de dos años, tiempo en que dejó de verla. «La traje a vivir conmigo porque en mi casa va a estar mejor. No la veía desde que murió mi papá porque no me gustaban las actitudes de la madre de mi hermanita.
Ahora está conmigo. Ella necesita cuidados porque es muy chiquita», destaca esta mujer joven, humilde, que vive con otro hermano, trabaja de empleada doméstica, y no comprende muy bien la envergadura del delito cometido contra la criatura.
-¿Que te pasó cuando supiste que tu hermana estaba embarazada como consecuencia de una violación?
-Me sorprendí cuando me contaron sobre el embarazo, y me puse muy triste porque ella era mi sol, mi todo. Pero ya está, ahora estoy para apoyarla. Yo no tengo hijos. A lo mejor en su niñez, en su inocencia, ese hombre la manipuló. Pero no me habla de eso, y yo tampoco insisto; que hable cuando salga de ella y se sienta mejor.
-¿Cómo la ves anímicamente?
-Creo que está bien, tranquila. La gente de Acción Social (de Eldorado) nos está dando una mano con los alimentos y el traslado para el control médico. No sé hasta qué semana podrá aguantar cuanto tenga contracciones, lo más probable es que le hagan una cesárea.
-Y sabés algo del hombre que la violentó sexualmente?
-No. Yo ahora estoy enfocada más en ella. Dicen que hubo una denuncia; pero desde que está conmigo me enfoco en ella y en su salud, porque del tema del delito creo que tienen que ocuparse otras personas. No lo conozco a ese hombre, nunca lo vi, no sé cómo es.
-¿Creés que si su embarazo llega a término y prospera, estarías en condiciones de ocuparte de ella con todo lo que eso significa, no sólo emocional sino materialmente?
-Sí, nos vamos a ocupar con mi hermano. Sabemos que es muy feo lo que le pasó, pero ella va a salir adelante en mi casa con sus bebés. Vamos a hacer todo lo posible para ayudarla.
La niña de 12 años concurrió hace unos días al hospital, acompañada por su hermana, porque estaba con contracciones y con una infección urinaria. Se la veía callada, y con tristeza en la mirada.
Es posible que los médicos del Hospital Materno Neonatal se esfuercen en sostener su embarazo hasta la semana 30 y la obliguen a parir. Su contextura física es la de una nena pequeña, y es difícil imaginar que con su falta de desarrollo, logre llegar a término con ese embarazo gemelar, y menos aún hacerse cargo de dos bebés.
Cuando volvió a Eldorado supo que su «historia de amor» es una falacia, que su violador está prófugo, y su madre implicada en ese delito.
La historia de esta nena está atada, también, a la de su madre, una mujer violentada, víctima de este sistema machista, patriarcal, sin la presencia del Estado que les garantice educación, salud, trabajo, para, al menos, una vida digna.