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CANNABIS COLABORATIVO Y SOLIDARIO

Helga Knoll es la responsable de Misiones Cultiva que entregó el petitorio al Presidente. Es mamá de Sofía, de 10 años. La niña tiene epilepsia y afasia con contención en el habla. Según relató a La Otra Campana, lleva un tratamiento con cannabis terapéutico hace 4 años, con una evolución del 80% en sus convulsiones.

Helga exhibe maravillada los electroencefalogramas de su hija. «Los resultados de los estudios antes y después son fantásticos, asombrosos hasta para el neurólogo», cuenta.

LA NIÑA DE SUS OJOS

Sofi fue el gran motor de toda esta lucha. Como los son todas las hijas e hijos de familias cuyas madres y padres dejan la vida para dignificarles.

De modo que cuando se produce un logro tan inmenso, una transformación como la que pudo vivir con su niña, se piensa también en los demás.

«Enseguida pensamos que hay muchos chicos que lo necesitan y no lo tienen», relata Helga. «Así empezamos con Misiones Cultiva. Empezamos a preguntar, investigar, golpear puertas, a acompañarnos. Una mamá es mejor cultivando, la otra preparando el aceite. La otra estudia y nos enseña. En Argentina somos un montón de asociaciones que luchamos por esto».

A partir de la reglamentación, el autocultivo deja de ser una actividad ilegal. «Estamos felices, nos trajo un respiro», dice. «Nos da una gran tranquilidad de no ser más perseguidos por la justicia. Y los riesgos a los que nos estábamos enfrentando como un allanamiento, que nuestros hijos sufran este tipo de cosas que las debería sufrir un delincuente, no nosotras que buscamos nada más que la salud de nuestros hijos».

LA TRANSFORMACIÓN

Helga relata con mucha pasión la profunda mejoría que lograron con Sofía a partir del uso del aceite de cannabis. «Notamos el cambio a los 10 días. Antes tomaba ácido dicrómico, estaba totalmente dopada. Se le caía la baba. Ahí decidimos empezar a ver otras opciones. Probamos con música, con otros medicamentos, pero no encontrábamos la solución. Con el aceite mi hija fue otra nena. Cuando le hablé me miró a los ojos y me dijo «qué mamá». Ahora habla casi muy bien, antes no le salían las palabras. «Te amo mucho mami, me dijo». Lo tenía en su cerebro y no lo podía expresar».

Agrega que «también vimos un avance increíble en la parte cognitiva. Está escolarizada, va a una escuela con inclusión. Mejor no podría estar. Viendo todo eso cómo no voy a luchar y meterle fichas para que todos puedan tener a su hijo lo mejor que se pueda».

LA VISITA DE ALBERTO FERNÁNDEZ

El Presidente visitó la provincia el 23 de octubre. Entre otras actividades, inauguró el asfalto de una avenida en Capioví, cerca de Puerto Rico, donde vive Helga.

«Con el presidente fue así», relata. «Yo represento a Cultivamos Argentina desde Misiones. Les comenté que venía el Presidente a un pueblito cerca de donde vivo. Les dije que era una buena oportunidad para que le escribamos una carta y se la dejemos, apurándolo para que firme la reglamentación».

Agregó que «nos pusimos en campaña. Escribimos la carta, la imprimí, salí antes de mi trabajo y me mandé para Capioví».

Pero el problema era cómo llegar hasta el Presidente. «Cuando me enteré que venía me puse las pilas y empecé a llamar a todos los funcionarios que tenía en mi celular. En estos años fui muy perseguida por la actividad ilegal que estaba llevando a cabo. Por eso me moví mucho para que me escuchen los políticos. Pero esta vez no hubo manera».

Sin embargo, no cejó en su intento. «Llegamos gracias a mi amiga del corazón. Le digo que se nos va el Presidente, gritale. Tiene que venir. Y así fue».

Se refería a Carolina Morrison, ambas con su remera con una hoja de marihuana estampada. Según relata Cristina Jara en su muro de Facebook, cuando Alberto Fernández ya se iba rumbo al helicóptero, ambas gritaron con todas sus fuerzas desde atrás de la valla del tejido. Hasta que las escuchó y se acercó.

Le pudo entregar la carta, le pudo explicar el petitorio, y Alberto mirándola a los ojos respondió «ya viene, tranquila mamá, lo voy a hacer». Y lo hizo.

LA ORGANIZACIÓN

Según relató Helga, en Misiones Cultiva ayudan aproximadamente a 200 familias. «No hacemos aceite para vender. Si la familia lo necesita con urgencia le donamos el frasquito para que empiece el tratamiento. Pero también semillas y le enseñamos a hacer su propio aceite. La idea es que las familias sean autosuficientes».

Agrega que «desde el momento uno la condición es que cultiven. Porque de esa manera nos ayudamos todos. Hacemos un cultivo colectivo. Porque por ahí hay plantas que a una mamá le florecieron y a otra no. Por eso compartimos. Es colaborativo y solidario. No pedimos retribución de ningún tipo».

EL USO EN MISIONES

La organización está llevando adelante una encuesta, «para tener una idea de dónde estamos ubicados.» Al respecto señaló Helga que «el consumo es importante, pero no hay control. No sabés cómo se preparó, si tiene flores. Hay aceites que no tienen lo que dicen tener. Por eso la manera más segura es cultivar».

Agregó que ahora «estamos pidiendo audiencia con el gobernador para juntarnos y ver de qué manera vamos a implementar la nueva reglamentación. Estamos formando el Consejo Consultivo Honorífico para eso. Como usuarios somos la palabra autorizada para que los funcionarios realmente entiendan».