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PRODUCTORES ESTAFADOS RECURREN AL MINISTERIO

La ministra de Acción Cooperativa, Mutual, Comercio e Integración, Karina Aguirre recibió el viernes en Posadas a productores de la Zona Norte. Solicitaron la intervención del organismo, y Aguirre se comprometió a investigar y ocuparse del tema. Tiene previsto viajar en los próximos días a la zona, recorrer, y comprobar in situ el estado de situación denunciado por los y las trabajadoras. Le entregaron una nota con numerosas firmas de productores y productoras donde ratifican que fueron estafados y que el presidente de la Cooperativa de Trabajo Integral Limitada Wanda, les adeuda importantes sumas de dinero.


En la reunión en la que también participó el diputado del Partido Agrario y Social, Martín Sereno, la ministra junto a la directora de Fiscalización, Ninfa Acosta, instó a los trabajadores a no bajar los brazos, porque «la producción de alimentos es muy importante en la provincia. Y aunque sé que a raíz de lo sucedido se sienten desanimados, desde este Ministerio podemos acompañar el proceso de constitución de una nueva cooperativa», manifestó.

La decisión de pedir la intervención del Ministerio de alguna manera es la respuesta a los dichos de Samuel Rubén Doichele. «A los productores no se les adeuda un peso, al contrario, ellos le deben a la cooperativa porque recibieron beneficios del ministerio , de la cooperativa y otras instituciones, en épocas del Programa Pro Alimentos», había declarado a la prensa.

Herramientas que «nos permitan defendernos»

Ante esto, los trabajadores damnificados se reunieron semanas atrás, en el Paraje San Martín, de San Antonio. Con firmeza e indignación ratificaron que se sienten estafados por el titular de la cooperativa, y entre todos consensuaron redactar una nota dirigida a la ministra.

Después juntaron firmas que finalmente entregaron el viernes a la funcionaria -junto con otros papeles probatorios- solicitando su intervención para resarcir lo que consideran «acciones irregulares, ilegítimas, ilegales y probablemente ilícitas».

Por ese motivo requieren que se les brinde herramientas para acceder a la información sobre el padrón de socios y nómina de integrantes del Consejo de Administración de la cooperativa. Además, acta de las asambleas de elección de ese consejo desde enero del 2015 a la fecha; patrimonio de muebles e inmueble ; proyectos productivos, subsidios y créditos a los que haya accedido a partir del 2015.

«Con esa documentación podremos contar con información veraz que permita a socios y productores perjudicados, realizar las acciones pertinentes para resarcir lo que consideramos estafas y robo de dinero en concepto de cuotas societarias, inversiones, etc. Así como también la sustracción de productos que no fueron abonados en el tiempo y forma que fue convenido con el presidente de la cooperativa, Samuel Doichele en dichos acuerdos», dice parte del documento.

«Perdí todo lo que invertí con mucho esfuerzo»


Muy consternados, pero convencidos de sus decisiones, expresaron su pesar por lo que denuncian como «una estafa», después de haber apostado a dejar de plantar tabaco y producir alimentos para la Cooperativa Integral Wanda, en la que invirtieron capital económico y esfuerzo.

Es el caso de Arturo Fester, que señala que después de producir 250 mil kilos de mamón y entre 40 a 50 mil kilos de bananas, perdió todo; cobró sólo una partecita y tuvo que abandonar.

«Yo me dedicaba al tabaco; pero abandoné para plantar mamones, bananas, y perdí prácticamente el 100%. Fueron dos años de lucha, y con mi familia quedamos muy mal  económicamente. En un momento no teníamos para comer. Anduve detrás de Samuel para cobrar y él sólo prometía. Con un amigo hicimos una nota para pedir una reunión con el ex ministro del Agro, Luis Garay, con la intención de que intercediera para recuperar algo de lo perdido; pero nunca me atendió», asegura.

Recuerda que Doichele le prometió que compraría una cámara de maduración para las bananas; «pero como supuestamente nunca le mandaban la plata, y yo tenía una producción suficiente, me comprometí como socio de la cooperativa a pagar los 150 mil pesos que costaba, y perdí todo. La cantidad de plantas de mamón y de bananas que hice, hoy rondarán entre 6 y 8 millones de pesos. Y lastimosamente hoy ando con una moto vieja que no sé hasta cuándo va a andar, y tuve que volver a plantar tabaco porque no sé qué sería de mi vida», lamenta.

«Solo nos daba papelitos por las deudas»

Todos los testimonios son coincidentes. Irineo Fricke, es otro de los socios que se esforzó junto a su familia por la entidad. «Al comienzo, con la cooperativa hablamos de entregar los productos y se pagaba a la semana. Me destinaron como síndico suplente, y todo andaba bien, hasta que choqué con Samuel porque él sólo entregaba papelitos por las deudas; no  me pagaba a mí, ni a muchos otros, y cuando lo encaré, me echó», dijo.

Sigue reclamando esa deuda. «Hay gente perjudicada que no vino a esta reunión porque está trabajando; pero somos muchos», indicó.
Fricke producía queso, criaba lechones, pollos, y todo entregaba a la cooperativa, perdió más de 300 mil pesos y además le quedó mercadería sin poder retirar.

«Cuando empezamos, la cooperativa tenía deudas de luz y de alquiler, pero la hicimos funcionar bien; hasta que Samuel  invadió con su grupo, hubo violencia física y tenemos una compañera que lo denunció por ese motivo.

Apareció con sus hermanos que integraban la comisión y le aprobaban todo. Hay muchos interesados en seguir; pero le tienen bronca y miedo a ese hombre; pero nos gustaría armar una nueva cooperativa», asegura.

«Después de tanto trabajo estamos desanimados»

Una de las ex socias, Mariela Dos Santos, también entregó su producción y nunca le pagaron. «El presidente de la cooperativa tuvo un mal accionar, él era quien comprometía los pagos con el aval de la comisión. Fuimos los primeros en empezar, yo era socia y con mi marido entregamos varias tandas de pollos. Al principio pagaban, pero después empezaron a fallar. Les entregábamos dos o tres tandas de pollos y generalmente quedaba un monto para cobrar, y nunca nos dio un recibo ni nada. Trabajaba con el hermano y nos decía que tenía todo anotado en una computadora que después dijo que le robaron, y no quedan pruebas en ningún lado. Sólo algunos papeles que tenemos en casa», cuenta la productora.

Cuestiona que para Doichele la opinión de los otros nunca era válida. «Sólo él entendía sobre el tema. Finalmente al año y medio nos fuimos porque cada vez nos debía más y no íbamos a remontar. Ahora ya no criamos más pollos porque nos fundimos. Tuvimos que volver al tabaco, y nos quedó un galpón de 24 por 8 metros».

Se sienten desanimados porque «trabajamos mucho; teníamos más de 1000 pollos, es mucho esfuerzo para dar así nomás sin que nos paguen», se queja la mujer.

Denuncia por violencia de género


Elisa Goltz es la socia 182 de la Cooperativa Integral de Wanda. En su caso, las denuncias fueron por violencia de género, maltrato físico y verbal del presidente Samuel Doichele. La mayoría de los productores cuentan que durante el tiempo en que ella administró el mercado, ellos cobraron en tiempo y forma por sus producciones. Elisa no permitía que retiren dinero sin rendir, por lo que sufrió ataques verbales y físicos, la sacaron a empujones, tuvo un ataque de presión y debió ser hospitalizada.

«Yo trabajaba cuidando personas mayores, y aportaba la cuota societaria que en ese momento eran 900 pesos mensuales. Con mi familia teníamos una chacrita y para producir y vender más me hice socia de la cooperativa, y cuando se formó el mercado comencé a trabajar ahí. Después se decidió que me ocupara todo el día, renuncié a la otra tarea, me dediqué tiempo completo y me asignaron un sueldo de 11.000 pesos», destaca.

Elisa recuerda que cuando empezó había deudas de servicios y de varios meses de alquiler. «Pero por suerte la producción era muy buena y cada fin de semana yo les pagaba a los productores, a veces entre 70
y 80 mil pesos», cuenta la mujer.

«Maltratos por problemas de dinero»

El problema con Doichele se originó cuando él pedía efectivo porque tenía que pagar a la contadora, al ingeniero, los viáticos, los viajes a Posadas, y comenzaron los «aprietes» por temas de dinero».

Me negaba a entregar plata si no había una documentación donde se registraran los movimientos, y él me decía que yo no entendía nada de cooperativismo, hasta que cada vez la situación era más caótica y con discusiones. Cada vez que viajaba a Posadas me pedía plata para el combustible; yo le pedía que me traiga los tickets y siempre se enojaba y me maltrataba. Decía que no tenía que dar explicaciones a los productores por lo que se hacía en el mercado, que ellos debían colaborar y aguantar. Entonces me puse en contra porque los productores eran fundamentales como todos los socios, y debíamos conocer los movimientos que se hacían», explica. 

Cuando Elisa vio que el problema se agravaba, pidió que se hiciera una reunión con los productores para ponerlos al tanto de la situación. Esto enojó mucho a Doichele. «Apareció con su esposa, también socia de la cooperativa, y me agredieron verbalmente. La señora me desafió a que saliera a la calle, me negué y Samuel me agarró de los brazos, me violentó físicamente empujándome y gritándome que me fuera», remarca.

«Terminé con un pico de presión y hospitalizada»

Después de ese episodio, decidieron cerrar el mercado, y los productores convocaron a la reunión, en la que hubo «el mismo tono de violencia y agravios. Doichele gritaba acusando de querer adueñarnos de la cooperativa, y me hacía responsable. A mí siempre me gritaba; pero esa vez lo hizo adelante todos los productores. Nuevamente intentó agarrarme de los brazos y empujarme, y me descompuse, tuve un pico de presión y me llevaron al hospital, y quedé internada. Después supe que Samuel cambió la cerradura de la cooperativa, y nadie más entró. Lo que había adentro quedó ahí y los productores no pudieron recuperar el equipamiento».

Subraya que cuando quiso denunciar la violencia de género, en Wanda «no me tomaron la denuncia, entonces fui a la Comisaría de la Mujer en Puerto Esperanza donde sí logré denunciar». También envió una carta documento a  la cooperativa, porque «Samuel nos sancionó a todos. En una reunión dijo que yo no podía seguir porque no estaba apta para ese trabajo. Estuve desde el 2016 hasta el 2018. Y mandé la carta documento porque la abogada a la que recurrimos nos aclaró que para hacer una denuncia teníamos que renunciar como socios», afirma Elisa.

Concluye  que desea que «esto se pueda remontar, armar una nueva cooperativa y trabajar de manera transparente con productos frescos de la colonia para el pueblo. Ojalá podamos recuperar ese sueño», dice esperanzada.

FUENTE: PRENSA PAYS