AgroDestacadasProvinciales

LA ECONOMÍA POPULAR COMO ALTERNATIVA

La familia que integran Juan Lukasievicz, 29 años, su esposa, Mayra Gamarra, de 27, y su pequeña hija de un año y seis meses, logró sortear las dificultades que ocasionó la pandemia por el Covid-19 para todos y todas; pero especialmente para los sectores populares.

Ambos militan en el Partido Agrario y Social y el Movimiento Evita de Santo Pipó, y después de participar de una reunión con el diputado Martín Sereno (PAyS), contaron cómo lograron sortear los obstáculos y salir adelante.

«Estos compañeros de Santo Pipó son parte de miles de ejemplos en la provincia sobre la importancia que tiene la economía popular, y la producción de alimentos agroecológicos como medio de sustento, y generador de ingresos para las familias».

Con la plantación colectiva de verduras, cría de pollos, panadería y textiles, las familias pueden suplir la falta de empleo que apremia en las localidades, «generarse un ingreso con un trabajo digno, desde la organización y el trabajo colectivo», sostuvo el legislador.

Producción de alimentos y panadería

Desde hace un par de años Juan se dedica a la economía popular produciendo alimentos agroecológicos, y criando pollos en el barrio 17 de Octubre. Debido al escaso empleo en Santo Pipó, tuvo que pensar en cómo salir adelante, junto a su esposa que se dedica a la repostería y cocina artesanal.

Así solventan el sustento diario, y con el excedente invierten para mejorar las producciones. «Soy una persona discapacitada. Por un problema congénito tengo problemas motrices en las piernas y nunca pude acceder a un trabajo formal. Sobrevivía changueando; pero llegó un momento en que ya no nos podíamos sostener. Entonces con mi compañera vimos la posibilidad de invertir en alimentación porque siempre es un rubro rentable, y más cuando se trata de verduras sanas».

Armó una huerta para consumo personal de la familia, y luego comenzó a invertir en pollos, y le está yendo bien. «Vendemos huevos, chanchos para autoconsumo, y cuando sale buena zafra los vendemos. Y además, con mi compañera tenemos el proyecto productivo de repostería y panadería que también es rentable», destaca Juan.

Sustento diario y comercialización

El joven relata su satisfacción de trabajar en la economía popular y fomentar la soberanía alimentaria. «Es una bendición tener tu propio trabajo después de dar muchas vueltas y conseguir sólo changas. Hoy no tenemos patrones; aseguramos el sustento diario y podemos comercializar. Queremos seguir creciendo y tenemos  expectativas de que en un año podremos producir el triple», subraya.


Cuando Lukasievicz sobrevivía con changas, no podía cubrir sus gastos del mes y debía acudir a sus padres o pedir dinero prestado. «Es la primera vez que tenemos una economía razonable, por más que haya que sortear factores que nos golpean como la sequía o la falta de agua potable; tenemos la tranquilidad de llegar bien a fin de mes sin grandes problemas».

El trabajador junto a otros compañeros, recibe capacitación de técnicos del INTA quienes dan charlas, y asesoran en temas agroecológicos para no recurrir a alimentos balanceados artificiales. «Nos capacitamos porque con los cultivos siempre se aprende y con el tiempo vamos a ir adquiriendo nuestra propia experiencia», acota.

Buena venta de panificados y repostería

En el proyecto productivo en Santo Pipó como Trabajadores de la Economía Popular, Mayra Gamarra se ocupa del sector panadería, repostería y cocina artesanal, a la que denominó «Dulce Hannah».


Comenzó con un horno eléctrico que funcionaba a medias y dos bandejas muy viejas. «Empecé haciendo tortas y bizcochuelos, y la gente me apoyaba, y después conseguimos un horno que andaba mejor, y la producción creció», cuenta entusiasmada.

Mayra señala que en Pipó no hay muchas posibilidades de empleo. «Generalmente los trabajos son precarios,  esclavistas y al mando de otra gente que además no paga bien y con horarios excesivos, y más en mi caso que tengo una beba».


Por esas razones, la familia decidió encarar sus propios proyectos, con intención además, de ayudar a otros y colaborar entre todos y todas. «Por ejemplo, yo le doy una mano a Juan en el gallinero y él me ayuda en el horneado mientras preparo la masa y todo lo demás. Después hay un compañero que sale a vender y también genera su ingreso. Empezamos vendiendo 10 panes, y ahora estamos entre 50 o 60 por día, y los domingos un poco más», remarca la joven celebrando el logro. 

Antes de constituirse en Trabajadores de la Economía Popular, a esta familia le costaba pagar los servicios básicos, y actualmente solventan su casa sin grandes inconvenientes. «Es cuestión de ponerle pilas y tratar de salir adelante, esa es nuestra actitud», afirma Mayra Gamarra.

FUENTE: PRENSA PAYS