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QUIEREN CAMBIAR ESCUELA RANCHO

A pesar de la modernidad tecnológica de la que tanto se habla en el área de la educación, en Misiones se conservan -literalmente- algunas escuelas «rancho». Es el caso de la 863, ubicada en Picada Progreso del Paraje Piñalito Norte, Municipio de San Antonio, cuya comunidad educativa espera desde hace años, una nueva construcción que reemplace a la escuela precaria.

La construyeron los vecinos con motosierras hace más de 20 años. Los padres de alumnas y alumnos se reunieron con legisladores del Partido Agrario y Social, Martín Sereno y Jorge Páez, y el concejal Claudio Klusener de San Antonio para reiterar su preocupación por las condiciones de la escuelita.

«Hace tiempo que conocemos la problemática de esta escuela rancho en Picada Progreso. Presentamos proyectos que fueron aprobados para la construcción de un nuevo edificio; pero hasta ahora no avanzan y la histórica escuela se está cayendo. Aunque algunos funcionarios lo nieguen, esta es una típica escuela rancho en la provincia, que además de darnos vergüenza, constituye un riesgo para los niños y niñas que estudian entre maderas que se caen a pedazos», aseveran.

Los directivos adelantaron que en esas condiciones no iniciarán el ciclo lectivo 2021, con el agravante de que hay unas 15 familias sin agua, y deben recurrir a un pozo.

 
Reclamo histórico cuya solución no avanza

La directora de la Escuela 863 de Progreso, Evangelina Giménez, lamenta seguir con un reclamo histórico, aún contando con un proyecto y licitación aprobada para la futura obra. Pero pasa el tiempo y continúan sin el nuevo edificio escolar que reemplace al actual que se está desmoronando.

«Esto nos tiene muy mal porque sabemos que en marzo comenzarán las clases, pero no para nosotros por las condiciones del edificio que son indignantes, se nota un deterioro enorme por el paso del tiempo. Tuvimos inspecciones que comprobaron que hace tres o cuatro años era necesario construir un edificio nuevo, sin embargo hasta ahora no se hizo».

Giménez cuenta que la escuela de madera fue construida por los padres hace más de 20 años; pero con el transcurso del tiempo los cimientos se pudrieron, no se puede transitar por el piso y se vuelve peligroso para docentes y alumnos.

«Nos pasó el otro día con una mamá que estaba haciendo la limpieza y se lastimó, porque cedió una tabla. Y los chicos no miden los riesgos, ellos corren y caminan fuerte dentro del aula», relata.

Derecho a estudiar en buenas condiciones

La docente entiende que la escuela es pequeña y con poca matrícula; pero «nuestros chicos y chicas tienen derecho a una buena educación, con iguales oportunidades y en estas condiciones, se complica. Ellos merecen educarse en un lugar digno y los docentes a enseñar con comodidad. Venimos todos los días a trabajar, brindamos desayuno a los chicos con mucho entusiasmo; pero llegar a la escuela y entrar a las aulas nos provoca tristeza e impotencia», subraya.

La escuela más cercana a la picada está a una distancia de ocho kilómetros. «Es lejos para que estudien ahí. Incluso, creo que con un edificio nuevo, tendríamos una matrícula más alta porque muchos niños no vienen a esta escuela por las condiciones, y cada padre quiere que sus hijos estudien en las mejores condiciones. Y no hablamos de una escuela con un presupuesto alto o con cinco aulas».

Agrega que sólo necesitan dos salas, una dirección, un lugar para los actos y baños con sanitarios. «Por ejemplo tenemos un carrito digital que debería transitar por las aulas; pero por el deterioro de los pisos no se puede», remarca la directora, que se cansó de presentar notas de reclamos e insiste a los gobernantes que se realice la obra para que el inicio de clases sea en una escuela en buenas condiciones.

Las maderas se están cayendo a pedazos

Daniel Kuatz tiene un hijo que concurre a la escuela «rancho» y es uno de los padres que trata de mantener en pie esa construcción haciendo algunos arreglos. Pero por más que se esfuerce, no puede resolver el deterioro del paso del tiempo que afecta a una escuela de madera hecha hace dos décadas.

«Tengo 31 años, mi hijo asiste a esa escuela a la que yo también fui. La levantaron entre los padres, con sus recursos, y se está cayendo a pedazos, y vemos que con esa estructura, es un peligro empezar las clases».


Cuando él estudiaba en la escuela había 80 alumnos, muchos se fueron, otros crecieron y no quieren mandar a sus hijos a la 863 porque tienen miedo por el estado del edificio. Las familias nos sentimos abandonadas por el Estado, es como si no existiéramos», subrayan.

La educación en parajes y colonias es esencial

Mientras, Fabián Grabriel Kuatz, que actualmente es técnico universitario en producción agropecuaria, expresa que se formó en esta escuela que lleva unos cinco años de deterioro.

«Hasta ahora no logramos que el Gobierno asuma sus responsabilidades y construya una nueva. En un paraje, una picada o en la colonia, las escuelas son esenciales para que los niños y niñas realicen su ciclo educativo, como en mi caso que pude recibirme».

Fabián tenía 8 años cuando comenzó a estudiar en esa escuela. Terminó e hizo parte de la secundaria en la UGL y en el BOP, hasta que finalmente siguió su carrera y actualmente es técnico universitario.

«Desde que me acuerdo, la escuela es de madera; pero con el tiempo se fue deteriorando con el riesgo para los chicos que estudian ahí y para los educadores que dan sobradas muestras de vocación», remarca.

Familias sin agua: Necesidad de tanque grande y una torre

Kuatz reclama que ahora además están sin agua, y buscan una solución. «La bomba de la escuela está funcionando, sólo necesitan una torre y un tanque, están dispuestos a poner algunos metros de manguera; pero así no pueden vivir, ni producir ni criar animales», señalaron Páez y Sereno.

Los diputados del PAyS ya presentaron un proyecto para que el Poder Ejecutivo arbitre las medidas para proveer un tanque de 5000 litros, una torre, 250 metros de manguera de 3/4 pulgadas. Además, los accesorios para proveer agua apta para consumo humano, y sostenibilidad de la producción para 15 familias de Picada Progreso, San Antonio.

«Pedimos un tanque comunitario, grande, y una torre, para poder abastecer a unas 15 familias. El agua es importante para todo: higiene, cocina, los animales, las plantas. Las producciones están muy afectadas, no se puede empezar una plantación de tomates porque no hay riego. El año pasado se murieron varios plantines de yerba, cambiamos el vivero de lugar, pero no se resuelve sin agua, y tampoco podemos tener animales para comercializar», explica el joven.

«No pedimos mucho, es un derecho humano que todos necesitamos. Algo tan simple, pero tan difícil de conseguir para nosotros como una torre y un tanque», lamenta Kuatz.

FUENTE: PRENSA PAYS